Cuando gozaba del privilegio de ser una mocosa de seis años, sin ataduras ni preocupaciones,
Solía jugar a trepar por el haya que habitaba el jardín trasero de mi casa. Trepaba hasta que la copa del
árbol se estrechaba, y las ramas eran demasiado delgadas para soportar mi peso. Subir hasta ese punto me
permitía ser la única persona del planeta que gozaba de esa perspectiva de la ciudad. Mis ojos no alcanzaban la extensión de ésta, pero podí

a ver las minúsculas personas que correteaban por las calles. Los trajeados padres que llevaban a sus hijos al colegio, y se despedían de estos con un beso en la mejilla, o los abuelos que se asean para salir de casa, y dedicarse a pasar las horas sentados, en algún
bulevar, mirando a la nada y reviviendo los recuerdos de antaño.Los enamorados que
preferían alejarse de la multitud para un encuentro más placentero.
Pero mis favoritas,
personalmente, eran aquellas que caminaban sonrientes por la calle, ayudaban a cruzar los pasos de cebra a las señoras mayores, o dejaban sitio a embarazadas en el
autobús, personas que disfrutaban ayudando a los
demás, y las que contagian su sonrisa al mundo. Ese tipo de persona, que soñaba con ser
algún día.
( y ahora debería de aparecer el enlace de Jonquil- infinity, pero nose como se hace, asique os lo dejo a vosotros)
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