Querido Leo:

No espero ni pido que me entiendas, y mucho menos que me creas, pero sé que mañana ocurrirá algo extraordinario.















miércoles, 14 de septiembre de 2011

En aquel lugar extraño, oscuro, atrapado bajo el agua, un hombre se esforzaba por digerir que ésos, serían sus últimos instantes de vida.Dentro de poco dejaria de existir...Todo lo que era...o había sido...o sería...se acababa. Cuando su cerebro muriese, todos los recuerdos almacenads en su materia gris, junto con todos los conocimientos que había adquirido, se desvanecerían sin más en un mar de reacciones químicas.
En ese momento el hombre se dio cuenta de cuán insignificante era dentro del universo. Era la sensación más solitaria y humilde que había experimentado en su vida. Notó que el punto crítico se aproximaba y casi dio gracias a Dios. Había llegado su hora.
Sus pulmones expulsaron los últimos restos de aire viciado y se hundieron, dispuestos a aspirar. Así y todo, el extraño aguantó un instante más, su último segundo. Entonces, como quien ya no es capaz de resistir con la mano sobre una llama, se abandonó al destino.
El acto reflejo se impuso a la razón.
Sus labios se abrieron.
Sus pulmones se dilataron.
Y el líquido entró a borbotones.
El dolor que sintió en el pecho era mayor de lo que jamás había imaginado. El líquido abrasaba a su paso hacia los pulmones. De ahí se irradió en el acto hasta el cerebro, y fue como si le estrujaran la cabeza en un torno. Sintió un ruido atronador en los oídos. Percibió un destello de luz cegador. Seguido de negrura. Y así, el hombre dejó de existir.

1 comentario: